“En la mañana (estoy) completamente entregado a lo que es el futbol de playa y en la tarde a trabajar hasta San Juan Ixhuatepec. Es un recorrido muy largo desde la Caseta de Cuernavaca (CAR) hasta Tlalnepantla, nadie dijo que era fácil ser Campeón del Mundo”.
El orgullo propio y el amor por la camiseta provocan que las distancias, el cansancio y las desavenencias económicas sean tan fáciles de superar como empujar un balón al fondo de las redes. Ricardo Villalobos, delantero del Tri playero y ahora Campeón del Mundo con el Vasco da Gama, ha tenido que deshacerse de obstáculos, que harían claudicar a cualquiera, con tal de cumplir su sueño.
Diario son más de 75 kilómetros y poco menos de cinco horas de tráfico los que el seleccionado nacional recorre para poder trasladarse de su casa en el Municipio de Ecatepec hacía la salida a Cuernavaca, lugar en donde se ubica el Centro de Alto Rendimiento y donde entrenan las Selecciones Nacionales de Futbol, para posteriormente movilizarse hacia la Estación Terminal Norte de Pemex en San Juan Ixhuatepec, Municipio de Tlalnepantla.
“Desafortunadamente no podemos vivir del futbol de playa, aquí en México no hay un salario. Lo único económico que percibimos es cuando hay viáticos y cuando se logran buenos resultados que son premios. Yo afortunadamente trabajo en Pemex, ya llevo ahí más de tres años y trabajo por las tardes; es un poco complicado porque en la mañana entrenó, salgó, un baño y a correr.
“Diario desde acá de Ecatepec (se traslada) hasta lo que es la caseta de Cuernavaca y de ahí de regreso al trabajo. Casi me paso todo el día en el recorrido para ir a entrenar y para ir a trabajar. De ida hago más de dos horas y de regreso son como hora y media dependiendo como este el tráfico”, señaló el jugador mexicano a Medio Tiempo.
Aún y cuando el panorama es negro y los obstáculos inmensos, las ganas de sobresalir y de representar a México resultan un atractivo ineludible, pues además del apoyo familiar son el motor que día a día motivan a Villalobos para emprender la excursión.
“Principalmente porque cuento con el apoyo de mi familia, de mi esposa; es muy motivante que me apoyen haciendo lo que me gusta que es jugar futbol de playa. El trabajo me lo permite, el señor Héctor Manuel Sosa (su jefe) me apoya bastante para que me otorguen los permisos. Después por orgullo propio, orgullo deportivo, el portar la camiseta verde, el cantar el himno en otro país y el ver tu bandera en otra nación es algo que la verdad pone la piel chinita”, explica Villalobos mientras suspira por los gratos recuerdos que le ha dejado el futbol de playa.
Pero el destino ya le tenía preparado el estar en la Final del Primer Mundial de Clubes de futbol de playa. Apenas aterrizó en México, el ahora Campeón del Mundo platicó con Medio Tiempo sobre su experiencia en tierras cariocas y sobre la forma como la vida ya le tenía deparado estar ahí, ya que los dos clubes que llegaron al último duelo (Sporting de Lisboa y Vasco da Gama) fueron los que le ofrecieron contrato, aunque al final fueron los brasileños, quienes se lo llevaron y le permitieron alcanzar la gloria.
“Primero quiero agradecerle al Vasco da Gama que puso los ojos en un mexicano, fue muy buena la experiencia. La verdad es que tuve una recepción muy grata, me dieron una atención muy amable y la verdad estoy muy agradecido con el Vasco da Gama porque estaba al lado de los mejores del mundo y eso sirve para darte cuenta de que todavía faltan muchas cosas por aprender en lo que es el futbol de playa”, indicó.
Así es la aventura que diariamente emprende Villalobos para poder cumplir su sueño, en algo que raya en lo increíble pero que resulta tan real como el subcampeonato del mundo a nivel de selecciones y el campeonato del mundo a nivel de clubes que ya puede presumir en su historial como jugador de futbol playero, disciplina que en México ha entregado buenos resultados y no termina por ser correspondida.
El mexicano consiguió el título mundial con el Vasco da Gama
Fonte: MedioTiempo.com